martes, 6 de noviembre de 2012

La ruta de los griegos: referencia de la cultura occidental

Las inquietudes de los antiguos griegos continúan siendo las nuestras. Aún cuando el progreso técnico y material hayan modificado nuestro desarrollo como civilización, todavía transitamos por la senda que definieron los griegos hace milenios.


Los griegos, padres de Occidente, no solo fueron pioneros en varios campos de la cultura, sino que, además, de una manera patente, otorgaron a la cultura una dirección definida a largo plazo, misma que aún determina los derroteros de la civilización occidental. Las ideas griegas acerca de los seres humanos y el mundo que habitan, dieron una orientación precisa al progreso y trazaron una perspectiva de la circunstancia humana que aún se mantiene vigente.

Cuando Aristóteles definió en la primera parte de su Política al ser humano, como animal que cuenta con logos (es decir, palabra y razón) y como el “animal ciudadano” (lo cual puede ser comprendido como social), nos presentaba las características esenciales de esta perspectiva helénica: el ser humano definido por su facultad de razonar y de sostener una convivencia con sus semejantes en un entorno cívico. Y de acuerdo a la virtud de la razón y de una permanente comunicación cívica, el ser humano se proyecta como un ser moral y crítico, capaz de valorar la justicia y la libertad, orientado en todo momento al bien común y el conocimiento del cosmos.

Borges comentó alguna vez que los griegos habían inventado el diálogo y ciertamente, la actitud dialogante es uno de los rasgos distintivos de su cultura, mismo que no se puede pasar por alto. Los griegos se definieron en mucho, por su apego a la palabra y a al discusión racional. Charlatanes en cierto sentido, los griegos no eran afectos a las posiciones dogmáticas y mostraban desobediencia ante los déspotas, ya que ponderaban la discusión y la búsqueda de la verdad. Desde este talante hicieron surgir la filosofía y el teatro.


Y los griegos, no solamente indagaron por la naturaleza profunda de la realidad externa, esto es, las causas últimas del universo (la physis del cosmos), sino que, al mismo tiempo, exploraron el interior del ser pensante, creador e imaginador del mundo y sus inagotables sentidos. Sócrates hizo su divisa del “Conócete a ti mismo”, valiosa máxima apolínea, mientras que Heráclito el Oscuro, escribió alguna vez: “Yo me investigué a mí mismo”.

Las cauces del anhelo griego por saber más y más acerca de todo, fueron la Ética, la Psicología, la Física y la Metafísica. De tal suerte manifestó este antiguo pueblo su amor por el saber, la “philo” “sophia”, que ejercitaron en sus polis con pasiónm tenacidad y orgullo.

No obstante, acaso no sea tan importante resaltar la manera en la que los griegos hicieron surgir las ciencias y las artes, el saber y la cultura, como lo es ponderar su permanente tendencia a la razón, la introspección, el diálogo y la conciencia histórica. Tal rasgo los diferencia de otras culturas incluso más antiguas y monumentales, como es el caso de los egipcios.


La ruta de los griegos sigue siendo la nuestra y tal circunstancia se hace patente en varias facetas, por ejemplo, la etimológica. Pero el contacto que tenemos con los griegos clásicos no se agota en una mera voluntad arqueológica. En realidad, cada época ha captado a los griegos, totalmente renovados, en su horizonte cultural. Occidente aún transita por la ruta hallada por sus filósofos, poetas, políticos, exploradores y maestros de verdad, y con tan solo mirar un poco en retrospectiva, es fácil percibirlos, próximos, comprensibles, y valorar con justicia sus triunfos y avances en el estudio de los fenómenos del mundo.

Los griegos antiguos nos ayudan aún como referencia permanente, admirable y sugestiva, en muchos campos del saber, la fantasía, y la cultura más elevada. Tan lejanos y tan nuestros, los griegos siguen (re)descubriéndose, ahora mismo, en nosotros.



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